Los mitos y creencias diezman al oso frontino

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Por José Antonio Guzmán

Para infundir miedo a los niños de la casa en las noches de lluvia, los abuelos relataban que para escapar del Salvaje, los hombres de los caseríos montaña arriba solían subir a sus mujeres embarazadas a las trojes hechas de barro y caña brava al caer la noche y permanecían en vigilia hasta el amanecer en esas atalayas de bahareque envueltas por las brumas andinas, armados de escopetas, machetes o pértigas con puntas afiladas a manera de lanzas. Las largas horas de insomnio forzoso los mantenía en un estado de duermevela en el que muchas veces era difícil distinguir entre la realidad y las alucinaciones. Por eso, nadie podía acercarse a las trojes en la oscuridad o terminaría con seguridad, muerto. Toda esta precaución, contaban, se debía  a que un inicuo animal de ojos inyectados y aviesas intenciones, merodeaba por las casas de las mujeres preñadas, seducido por el estimulante aroma de hembra fecundada, enardeciéndolo a tal punto que era capaz de acercarse a los pequeños poblados y enfrentarse a sus hombres armados.

 “El  Salvaje busca la mujer preñada, la huele, la siente. Ronda por la casa en las noches, y cuando todos están durmiendo, se la lleva. Comienza a lamerle los pies hasta que estos se le van volviendo como los de los niños pequeños. El hueso es casi carne. Un cartílago. Entonces no puede caminar, no puede huir. El  Salvaje espera pacientemente hasta que la mujer este lista para parir; entonces el mismo recibe al niño y se lo come”.

 Alberto Linarez, tiene 79 años y pronto cumplirá 80, luchó en las guerrillas de los años sesenta en Venezuela y es conocedor de los páramos larenses (parte más oriental de los andes venezolanos), dice que siendo joven vio al Salvaje, lo describe como un hombre-bestia que “hace uso de la mujer”, es decir, que tiene relaciones sexuales con ella, y que tiene tal fuerza, que es capaz de tumbar a un toro. Su relato es tan sólo una de las variadas historias que le pondrían los pelos de punta a cualquiera, y que se tejen alrededor de un ser sombrío y pavoroso, que nada tienen que envidiar a las leyendas de vampiros o de hombres lobo, convirtiendo a este personaje en un digno representante nuestro, en cualquier galería de monstruos. Una bestia cuyo nombre le inculpa inexorablemente: El Salvaje.

 Un antiguo enemigo

 El Salvaje. Quien escuche las narraciones en torno a él imagina sin duda, a un animal con características antropomorfas y dotado de una mediana inteligencia, pero de intenciones siniestras. Aún hoy, en que naves siderales viajan más allá de la estratosfera, las historias se relatan como si fueran ciertas. Y aún se cree en su existencia. Ese nombre es familiar para quienes han nacido en pueblos andinos venezolanos o son sus descendientes. Es un personaje necesario en las historias aterradoras, algo parecido al abominable hombre de las nieves o al yeti. Un ser que deambula en las montañas en búsqueda un no nato para saciar su apetito.

 ¿Pero que espécimen animal es éste? ¿Existe de verdad este sañudo «monstruo»? ¿Qué aberración de la naturaleza se esconde en la espesura de las montañas?. Quienes han visto los restos del “Salvaje”, (si, porque le han matado, y muchas veces),  concuerdan en que se trata de un oso. El plantígrado aludido no es más que el oso frontino, el animal más grande de los bosques andinos y el único oso que existe en América del Sur.

 De la civilización nos llega el mito

 Nos llaman el tercer mundo. Por nuestro atraso, nuestras creencias, nuestra cultura. Para que suene menos duro se suele decir “países en vía de desarrollo”. A nosotros mismos nos suena a barbarie la matanza de osos frontinos. Ni que decir que piensan los foráneos. Pero cabe preguntarse de donde viene este mito terrible del Salvaje, esta bestia maligna que asesina mujeres y niños.

 El oso fue desde épocas precolombinas, un animal totémico, que no era cazado por los indígenas por considerarlo su hermano mayor. Estos creían que era un animal sobrenatural y veneraban su gran fuerza. Es en épocas más recientes, con la llegada del hombre blanco a tierras americanas, cuando empiezan a escucharse las distintas historias de criaturas sobrehumanas, de aspecto fiero y peludo e intenciones perversas, que posteriormente fueron vinculadas con el oso.

 Los ingleses, los norteamericanos, los habitantes de algunos países europeos y otros rincones del mundo como Australia, China, Japón o el Tibet, cuentan historias sobre hombres salvajes de dos metros o más, semejantes a monos. Son seres generalmente asociados a la maldad y han recibido nombres como Pie grande, El Yeti,  El Abominable hombre de las nieves, entre otros. Estos seres han provocado siempre un miedo inmemorial e incluso estas greñudas bestias han pasado a formar parte de la cultura pop, siendo representados en historietas y películas.

 Precisamente de España, que nos es tan familiar (le debemos nada menos que el idioma, generador de la cultura), nos llegó una historia de un ser salvaje, y para más señas y no andar con desaciertos se le calificó con el mote de “hombre salvaje”. Le describen las antiguas leyendas como un ser que camina en dos patas, muy peludo, ágil y de gran fuerza, una especie de sátiro que rapta seres humanos para tener trato sexual con ellos. ¿Alguna similitud con “nuestro salvaje”?. Prueba inequívoca de que esta historia fue traída por los españoles es que en su crónica de 1632, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España,  Bernal Díaz del Castillo relata que para festejar la tregua de Aigües Mortes entre España y Francia en 1538, se escenificó en la plaza mayor de México, por un lado una ciudadela europea con caballeros y navíos y por el otro un frondoso bosque con árboles y animales verdaderos y entre la espesura de esa arboleda había personificados también velludos hombres salvajes con garrotes y arcos y flechas como representantes de la incivilidad.

 Sospechosos habituales

 ¿Como fue que se relacionó al oso frontino con este ser maléfico descrito en cientos de leyendas?. Aun cuando las pruebas de la existencia del salvaje son meramente circunstanciales, puede afirmarse que son sólo especulaciones, una invención del hombre civilizado para explicar su lado bestial, manifestación, expresa el antropólogo y sociólogo mexicano Roger Bartra, producto del colonialismo: “el hombre salvaje es un mito esencialmente occidental”.

 Y aunque la criptozoología se ha atrevido a aventurar diciendo que se trata de eslabones perdidos, los estudios a las pruebas aportadas, los restos encontrados  de hombres salvajes (nunca se ha capturado alguna de estas “cosas”), han demostrado que son de osos o monos, por lo tanto no tienen ningún valor científico. Pero para las mentes que creen en tales seres que no son más que representaciones simbólicas, una expresión del folklore, pero los consideran algo real y tangible, el oso era el sospechoso ideal por descarte y por similitudes: se para en dos patas (aunque solo lo hace para alcanzar alimentos), es peludo, fuerte, ágil y emite gruñidos. La creencia en antiguas leyendas heredadas de los españoles principalmente es la culpable que se haya batido hasta el borde de la extinción a una especie inofensiva e inocente como lo es el oso frontino.

 Mitos que matan

 La Cordillera de los Andes entra a Venezuela por el suroeste y toma en dirección noreste, formando parte de los estados Mérida, Táchira, Trujillo hasta apagarse casi en los límites del estado Lara, formando la región que se conoce como los Andes venezolanos. En los estados andinos existen una diversidad de leyendas originales o con variantes en torno al oso frontino, así como mitos que tienen un fundamento cultural. Por ejemplo, en muchas zonas rurales del estado Lara, especialmente las ubicadas en el pie de monte andino, consideran que el pene del oso es afrodisíaco. Se utilizan también otras partes del cuerpo como la sangre, grasa y huesos con fines mágico-curativos. Se cree que los niños bañados con agua donde se han hervido previamente los huesos, les proporcionará una fuerza descomunal y les hará inmune a las enfermedades.

 Amelia Zerpa, de 56 años, habitante de una población llamada Sanare ubicada al pie de la montaña, donde está arraigada profundamente esta creencia, dice que su difunta hermana mayor, de niña fue bañada con una infusión de hueso de salvaje para que volviera a caminar después de una enfermedad reumática, adquiriendo tal fuerza durante el resto de su vida que “una vez cerró una llave de agua de un lavadero y hubo que llamar un plomero para que la abriera”.

 Aunado a estas creencias, se acusa al oso de ser depredadores del ganado, por lo cual es cazado impunemente. Cueros y garras, son exhibidos como prueba de la cacería en las viviendas de cazadores furtivos, conservados como trofeos para demostrar su hombría y haber aniquilado a un animal salvaje. Igualmente la destrucción de su hábitat natural, la tala y la quema de los bosques para ganar espacios para la siembra, atenta negativamente contra el oso frontino.

 Ignorancia, maldad, miedo, necesidad, codicia, muchos aspectos se conjugan en contra del oso frontino, y el hombre, tan primitivo a veces, solo mata por matar, sin razón alguna. Lo cierto es que los mitos están arraigados profundamente, transmitidos de generación en generación. El resultado ha sido la cacería implacable del oso. Cada disparo es un empujón más hacia la extinción.

 El médico veterinario Raúl Rojas, del zoológico Bararida, uno de los más importantes del centro occidente venezolano, expone que “el oso frontino es un animal que ha inspirado muchas leyendas, y son estas las que le han empujado al borde de la extinción”.  Opina que por sus características morfológicas, el oso frontino es un oso único, pero que lamentablemente ha sido muy poco estudiado. “Hemos destruido tanto su hábitat natural, que su extinción es acelerada, se han matado por lo menos tres osos por año en los últimos ochenta años”, afirma. “No tenemos certeza de cuantos osos quedan en Venezuela, pero son muy pocos”, agrega apesadumbrado. Aunque para el investigador Edgar Yerena, de la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar, la cifra promedio de casi 3 osos anuales ultimados en Venezuela en los últimos 80 años, es tal vez una subestimación del número real, presumiendo que esta cifra puede ser mayor.

 Un oso ignorado y diezmado

 El oso frontino es una especie que ha sido poco estudiada. Se calcula que los osos frontinos necesitan de tres a cinco mil hectáreas para satisfacer sus necesidades de vida, por lo que se mueven frecuentemente. Por ello se considera que en algunos lugares, el oso frontino está más amenazado que en otros; por ejemplo, en las montañas de Lara, los bosques frecuentemente son interrumpidos por cultivos de café y tubérculos, y si el oso se aventura por allí es probable que sea pieza de caza. Jesús Fernández de 62 años y horticultor de Barbacoas, un pueblo en la zona montañosa ubicado en el Parque Nacional Dinira en el estado Lara, cuenta que los cazadores “andaban en busca de otros animales, pero cuando se encontraban un oso lo mataban”, agrega que hubo quienes los han matado atropellándolos con sus carros cuando se atravesaban en las carreteras. Indica que los cazadores encontraban los osos frontinos entre la espesura de la montaña y que “a algunos les daba miedo matarlos porque si no los mataban de un solo tiro, el oso se les iba encima”.

 Actualmente no existen estimados sobre el número de osos frontinos, sin embargo en el estado Lara, según datos del Parque Zoológico Bararida, los osos están distribuidos en los siguientes parques nacionales: Yacambú con unos 9 osos, Terepaima con 14 y aproximadamente 40 en Dinira. Es decir solo existen unos 63 ejemplares contabilizados. La Fundación para la Defensa de la Naturaleza (FUDENA) y el Ministerio del  Ambiente coinciden que en Venezuela existe un oso por cada 25 kilómetros cuadrados en los parques nacionales en los que viven, cantidad que es bastante baja, lo cual significa que la población total en el país no llega a 400 individuos. Por esta razón es considerada Especie Vulnerable, entrando en el renglón de especie en peligro de extinción.

 Cazadores furtivos, principales enemigos

Consideran los ecologistas que “a largo plazo, la principal amenaza para las poblaciones de osos frontinos será la destrucción y fragmentación de su hábitat natural”, pero en la actualidad es la cacería furtiva la causa fundamental de la reducción de los osos. El hábitat en deterioro continuo limita la presencia del oso frontino a áreas remotas, donde igualmente se encuentra expuesto a ser cazado y sin posibilidades de que las autoridades puedan prestarle ayuda. Se le mata por su carne, se le acusa de destructor de cultivos y depredador de ganado, para utilizar sus órganos para curar enfermedades reumáticas y la más antigua de las creencias: el oso es un animal muy peligroso, un “Salvaje” que rapta a las mujeres.

 Estrategias fallidas

 No obstante a que existe un concierto de las autoridades sobre la necesidad de proteger el oso frontino, de los acuerdos nacionales e internacionales que prohíben terminantemente su cacería a lo largo de toda su área de distribución; los programas de protección ha tenido un relativo éxito, por no decir poco, pues el animal sigue siendo cazado en los apartados campos andinos venezolanos. Los programas están dirigidos a los niños, a los escolares, y no se trata de concienciar a la gente adulta que tiene muy arraigada en su mente la imagen del oso enemigo.

 La directora del Parque Zoológico Bararida, Morelba Villasmil, parece estar conciente de ello: “la estrategia tiene que ser educativa (…),lo preventivo no lo estamos atacando” y agrega que “lo que está sucediendo es que la gente no se da cuenta del daño que está haciendo, no se ha asumido una conciencia de la necesidad de proteger el ambiente”, expresa la funcionaria.

 Mientras esperamos por esta concientización, el oso frontino sigue muriendo en los bosques nublados.

4 respuestas to “Los mitos y creencias diezman al oso frontino”

  1. quiero saber cuantos osos frontinos quedan en el mundo

  2. FELICITACIONES JOSE ANTONIO GUSMAN BUEN TRABAJO DE INVESTIGACION VOY A CREAR UN ENLACE PARA QUE VISITEN TU SITIO WEB VOY A ENTREVISTAR ALGUNOS MAYORES DE EL PARAMO PARA REFORZAR ESTE TRABAJO QUE TRISTE CUANDO UNO SE ENTERA DE LA EXTINCION DE CUALQUIER ANIMAL

    • lamentiranoesnoticia Says:

      Gracias, es preocupante esta situación y son contados los esfuerzos que se hacen para conservar esta especie, todo lo que pueda hacerse, que incluye la difusión de la información relevante e inherente al oso frontino y su preservación, es más que bienvenido y muy necesario.

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